A MERCED DEL DINERO. C233: ¡Me fallaste!
Después de todo lo que ocurrió, el mundo de Marfil se volvió todavía más oscuro. Su depresión se intensificó de una forma que no creía posible. Aquella casa donde ahora vivía con Richard la ahogaba, la asfixiaba. No era un hogar, era una especie de celda silenciosa y triste que le generaba un resentimiento acumulado, una rabia constante y una melancolía que se le adhería a la piel como una sombra. Pasaba los días llorando, haciendo absolutamente todo con lágrimas en los ojos: estudiaba llorando, cocinaba llorando, se bañaba llorando. Era como un eco de lo que había vivido antes, cuando aún estaba en la mansión, solo que ahora el dolor era más crudo, más real, como si se le hubiese instalado en el pecho y no hubiese forma de expulsarlo.
Cuando estaba sola —y la mayor parte del tiempo lo estaba, ya que Richard pasaba los días entre el trabajo y la universidad—, Marfil estallaba. Tenía ataques de ira, rabietas que se convertían en una especie de ritual: arrojaba libros contra el sofá, la