A MERCED DEL DINERO. C234: ¿Dónde están tus ganas de crecer?
Era de noche y la casa estaba sumergida en una quietud siendo apenas iluminada por la luz suave de la calle que se colaba entre las cortinas del dormitorio. Como de costumbre, Marfil y Richard yacían en la misma cama, pero con el mismo abismo invisible entre ambos. Se habían acostumbrado a dormir así, dándose la espalda, como si entre sus cuerpos existiera un muro que no podían —o no querían— derribar. No había caricias, ni palabras dulces antes de dormir. Solo el vacío y el peso de lo que no se decía.
Pero esa noche, algo fue distinto.
Richard, en silencio, se giró lentamente. Se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, deslizando uno sobre su cintura con una delicadeza casi temerosa. Marfil tenía los ojos cerrados, pero no estaba dormida. Fingía estarlo, con la respiración acompasada, aunque por dentro su mente estaba lejos de encontrar paz. Sintió el contacto de su esposo, su brazo tibio, el leve roce de su aliento en la nuca… pero no reaccionó. No dijo nada.
Él comenzó a besarla.