—¿Quién es el Adara? — cuestionó un jovencito que parecía no tener más allá de los doce años.
Adara le sonrió al adolescente.
—Ángelo, pequeños, él es el señor Dante Lombardo, mi prometido. — respondió Adara.
Dante les sonrió a los pequeños, notando que todos llevaban ropa muy vieja y de tallas no adecuadas para sus aparentes edades. Ángelo miró con desconfianza al castaño.
—Adara es nuestra mamá, ella es la única fuera de las hermanas a la que le importamos, no puede quitárnosla. — dijo Ángelo.
Agachándose para quedar a la altura del pequeño, Dante lo tomó por los hombros. Aquel adolescente de piel morena clara, bonitas facciones, y vivaces ojos color miel, tenía una mirada fiera que no le mostraba temor, y eso le agrado.
—No voy a robártela mi amigo, es más, como seré el esposo de Adara, creo que eso me convierte en su padre, ¿No es así?, y yo también me preocuparé por ustedes, lo prometo galán. — respondió Dante.
Repentinamente al escuchar aquello, los niños más pequeños se emocion