Marcos
Salí de mi casa con la excusa de que estaría con Aaron, pero le mentí a mi madre.
¿Por qué?
Mientras navegaba por internet, encontré un par de anuncios de trabajo, pero la mayoría no llamaron mi atención. Sin embargo, uno de ellos me pareció perfecto. Y, dado que necesitaba el dinero con urgencia para comprarme un piano, debía asegurar ese cupo cuanto antes.
Caminé por las calles de la ciudad con Adela a cuestas. Era difícil, por el hecho que mis costillas aún se encontraban delicadas debido al accidente, pero evité pensar en las punzadas de dolor e intenté disimular que no me dolía.
Revisé si estaba en la dirección correcta y entré en el pequeño local. No se veía ninguna persona dentro, por lo que grité un fuerte “¿Aló?” y me quedé de pie en la entrada.
Vi que había dos puertas frente a mí, pero no quise ser entrometido y me tragué las ansias que traía encima. Esperé unos segundos, hasta que una de ellas se abrió y una señora mayor me observó con una sonrisa amable.
—¿Qué se t