Fueron ocho horas de viaje. Ocho horas en los que ninguno de los dos dormimos a pesar de estar encerrados en un tubo metálico en el cielo. Kiara parecía perdida en sus pensamientos, negándose a hablar o comer. Era como si su cerebro se estuviera moviendo a una velocidad inhumana, procesando todo lo ocurrido. Y yo, me había limitado a observarla, darle su espacio mientras seguía recibiendo llamadas de los noticieros queriendo hacerme una entrevista.
Pero no había nada que declarar. No hasta que vea de primera mano los destrozos.
Dos negocios quemados. Eran los más pequeños que teníamos, pero el mensaje era claro. Los bomberos dijeron que no encontraron rastros de acelerante y que no había sido intencionado, que fue un incendio eléctrico. Pero… Dos de mis negocios, a la misma hora, de la misma manera. ¿Una coincidencia? Imposible. Fue intencionado. Habían atacado mi imperio. Fue un movimiento de guerra. Y todos se habían dado cuenta. Especulaban, comentaban en redes sociales sobre e