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—¿Por qué está aquí? ¡Debería estar en casa! ¡Steve regresa al mediodía! — insistió Elizabeth enojada.

—Escúchenme, chicas. Sé que tal vez les cueste comprender lo que voy a decirles, pero quiero que lo intenten, ¿de acuerdo? —C aguardó a que las niñas asintieran—. A veces damos algunas cosas por sentado. Como que el sol sale por la mañana y que no hay escuela el domingo.

—O que el agua del mar es salada —acotó Melody Star apretada contra su pecho.

—Exacto. Con las personas ocurre lo mismo. Ustedes saben que mamá y papá las aman, ¿no? Como yo sé que Nahuel me ama. Y es igual con nuestros amigos, y todos los que nos rodean. Sabemos a quién le caemos bien y a quién no, y no precisamos preguntarlo todos los días, ¿verdad?

—Mami nos dice que nos ama todos los días —terció Melody.

—Papá también —agregó Elizabeth.

—Y yo se lo digo a Nahuel. A los padres nos gusta hacerlo para que ustedes, hijos alocados, no vayan por allí olvidando que los amamos.

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