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El vuelo llegó con la demora previsible para temporada alta y mal tiempo patagónico, y al salir del área restringida, los viajeros se sorprendieron al encontrar a Stu y Brian esperándolos. El custodio se acercó enseguida para ayudar con el equipaje y se encaminaron todos juntos al estacionamiento.

—¿Y mi mamá? —preguntó Nahuel mirando alrededor.

—Tuvo que irse. La esperaban en San Telmo —respondió Stu—. Te llevaré a tu casa para que dejes tu equipaje e iremos por ella.

—Okay.

Finnegan y Ashley intercambiaron una mirada al escucharlo. Ya afuera, el guitarrista dejó que su esposa y el chico fueran con Jimmy en una de las SUV y él subió a la otra con su amigo.

—¿Y cómo han ido esos viajes? —preguntó Stu cuando arrancaron—. ¿Quieres que nos detengamos primero en el hotel?

—Sí, Ash está agotada y quiere descansar antes de la cena —respondió Finnegan en el mismo tono casual—. Es un país hermoso, y es tan grande que tienes de todo. Pasamos una sema

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