Capítulo 29. Soy solo tuya
El golpe de la puerta al cerrarse resonó por la oficina escondida, un lugar al que Liana nunca había entrado. El eco sordo de la furia contenida de Lucifer embriago el lugar, Liana fue arrojada al centro del vasto estudio, la rabia de Lucifer se manifestaba en una calma más aterradora que cualquier grito. Había roto su confianza, y él iba a cobrar esa deuda.
Lucifer no la tocó de inmediato. Se quedó de pie, sus manos apretadas en puños inmensos, el control, luchando contra la tormenta de un hombre celoso.
—Me mentiste —La voz de Lucifer era un susurro gutural, venenoso —Me juraste que acatarías el acuerdo de la tregua. Y elegiste la primera oportunidad para correr a los brazos de un pasado que no te merecía.
—Solo quería... —intentó Liana.
—¡Silencio! —La orden fue un trueno. Lucifer se acercó, la tomó del mentón y la obligó a mirarlo. Sus ojos eran oscuros, sin piedad —Querías que te demostrara que eres mía, más allá de cualquier contrato. Y yo te daré esa prueba. El castigo no