Capítulo 28. ¡Me mentiste!
NARRADOR:
Los dos días siguientes fueron un torbellino de exhibición pública. Lucifer ejecutó su Protocolo con la precisión de un general y la pasión de un amante posesivo. La pareja se convirtió en el tema dominante de la alta sociedad milanesa.
En la Ópera, Lucifer no solo tenía su mano, sino su brazo firmemente anclado a su cintura. En las cenas de estado, sus ojos buscaban constantemente los de ella. Los toques en público eran constantes, íntimos, enviando un mensaje claro a Petrov y al mundo: "Esta mujer no es una rehén; es mi única posesión y mi mayor debilidad, y estoy orgulloso de exhibirla." Liana era la Regina de Fuego, correspondiendo con la calidez estratégica que él necesitaba.
La fachada funcionaba. Los reportes de Bruno indicaban que los agentes de Petrov estaban confundidos. La teoría del Lucifer frío se había roto por la posesión aquello era más convincente que cualquier declaración legal.
Pero la tensión de la mentira estaba cobrando su precio. Una mañana, mien