Capítulo 25. Enemigo al acecho
NARRADOR:
El aire en la suite del palazzo se había vuelto combustible. El estallido de Lucifer en el coche, avivado tanto por la presencia de Alessio Conti como por la burla de N. P., había reventado la frágil tregua. Liana estaba en pie de guerra.
—Me retienes por seguridad, Lucifer, pero tu control me expone al ridículo —espetó Liana, su voz baja y cargada de furia contenida —Tu escena en la trattoria fue una demostración de posesión vulgar. Si me tratas como tu prisionera, la gente te verá como un tirano, y nuestro matrimonio, como una farsa.
Lucifer estaba parado cerca del balcón, la luz de Milán iluminando el contorno tenso de su mandíbula. Estaba acostumbrado a que sus órdenes fueran leyes; la resistencia de Liana era un dolor irritante que no podía extirpar.
—La posesión pública es seguridad, Regina —replicó Lucifer, girándose lentamente —Conti no es solo un "colega". Él representa una conexión emocional que te ancla a una vida fuera de mi alcance. Y N. P. lo notó.
—¡