NARRADOR:

​Liana abrazó la "normalidad" como un arma. Retomar sus clases en la universidad de Milán era un acto de resistencia, una forma de demostrarle a Lucifer que su contrato de convivencia no era una farsa. Sin embargo, la promesa de la "Jaula Abierta" era una burla cruel. El control de Lucifer era omnipresente.

​El Mercedes blindado la seguía a todas partes. Los guardias, hombres de la máxima confianza de Bruno, se mezclaban en el campus como estudiantes mayores, con audífonos discretos y la mirada tensa de quien espera un ataque. Liana sentía su presencia constante, un peso invisible que la asfixiaba.

Era una jaula de cristal diseñada para dar la ilusión de libertad mientras su existencia seguía siendo propiedad de Lucifer.

​Lucifer, por su parte, vivía en un estado de constante irritación. La mansión estaba en calma, pero su mente no lo estaba. Los mensajes encriptados de N. P. seguían llegando con una regularidad inquietante, siempre con frases sutiles que sugerían que Liana