Leonardo insistió con calma, pero con un brillo helado en la mirada:
—No te preocupes por eso. Si pasa algo, yo asumiré la responsabilidad. No se lo diré a nuestros padres, así que finge que no sabes nada. Zoey, debo vengarme por ti.
Zoey bajó la cabeza, pero en sus ojos destelló un brillo de entusiasmo y odio.
“¿No quería Sabrina ayudar a esa mujer? Esta vez, después de que la enfrente su propio hijo, debe de resultarle insoportable.”
Leonardo no percibió la expresión oculta de Zoey. Al mirarla, sus ojos solo mostraban angustia y dolor. Con un suspiro, añadió:
—Zoey, tu vida es demasiado dura. Eres tan hermosa y sobresaliente, ¿por qué todos los hombres de la familia Maxwell son tan ciegos? Rompe ese compromiso y conocerás a alguien mejor. Ellos no son dignos de ti.
Las lágrimas volvieron a rodar por el rostro de Zoey.
—Es suficiente con que tú y mi padre me traten bien. Lo he decidido: no me casaré en esta vida. —Su voz temblaba, pero en el fondo de su corazón ardía la rabia—. Haré