Aunque hablaba con aparente ansiedad, en el fondo estaba encantada. Cuanto más rebelde se mostrara Marcus, mejor para ella.
Dereck observaba a su hijo con furia contenida, pero Marcus, con su habitual frialdad, zanjó el asunto:
—No necesito que nadie me persuada. Ya he tomado una decisión.
Zoey y Sabrina intercambiaron miradas. El rostro de Zoey se endureció, reflejando la profunda ofensa que sentía. Su expresión era intimidante, pero permaneció en silencio. Sabrina, en cambio, mostró una severa desaprobación al decir:
—Adiós. Señora Maxwell, no intente persuadir más. A estas alturas, incluso si el señor Maxwell desea mantener este matrimonio, no lo aceptaremos.
Aunque fría, su actitud seguía siendo elegante y distinguida, propia de alguien de sangre real.
—Señora Jensen, no se vaya todavía… —insistió Melisa, persiguiéndolas con una falsa amabilidad.
Finalmente, en la sala solo quedaron Dereck, al borde de la explosión, Marcus y Rubí.
—Sé lo que estás pensando, pero no necesitas decir