El corazón de Marcus se aceleró al ver su expresión tímida, aunque intentó mantener la calma:
—¿De verdad? ¿Y qué más?
Rubí, mortificada, susurró apenas audible:
—Olvídalo... En cualquier caso, será algo que te gustará. Lo sabrás esta noche.
—¿Es así? —Marcus sonrió con picardía, comprendiendo lo que ella insinuaba. Sin embargo, recordando lo decidida que estuvo a marcharse, no pensaba dejarla salir tan fácilmente.
Con un gesto travieso, envolvió su brazo alrededor de su cintura y le dio una palmada suave en el trasero. Rubí, sorprendida, soltó un chillido.
—¡Marcus! ¿Qué estás haciendo? —protestó con voz temblorosa, entre la sorpresa y la vergüenza.
Marcus la miró con ojos brillantes, disfrutando del momento. Pero en su interior, la dicha de tenerla tan cerca era aún más profunda.
—¿Hmm? ¿Cómo me llamaste? —arqueó las cejas, provocador.
Rubí, consciente de que estaba en desventaja, bajó la cabeza y, mordiéndose los labios, murmuró de mala gana:
—Esposo, esposo, esposo... ¿Es suficien