Sabiendo que Doris no tardaría demasiado en llegar, Valeria se dio prisa. Estuvo en la habitación, metiendo todo lo que pudo en una maleta.
Ropa, algunas cosas necesarias como sus medicinas y vitaminas. También buscó mucho dinero en efectivo y se aseguró de encontrar su teléfono. Después de haber conseguido todo eso, se cambió de ropa y se preparó, pero se frenó en seco, pensando en los hombres de Alexander. ¿Y si ellos estaban afuera vigilando? No quería ser atrapada en el intento de escapar, pero ahora, de alguna manera, sentía más valor para hacer las cosas y por eso sabía que tenía que lanzarse y hacerlo, que tendría que intentarlo, incluso cuando ameritaba una gran valentía de su parte.
Pero no perdería nada con intentarlo.
Miró por última vez la habitación, como si estuviera perdiendo algo de vista, y cerró la puerta con un leve clic que sonó en el silencio. Pudo salir del piso y miró a todos lados, pero no había nadie vigilándola. Era un milagro. Entonces pensó; quizás Alexand