Las lágrimas caían sobre su rostro en cascada, marcando rápidamente un sendero de tristeza. Sentía que nada tenía sentido, que no había razón para seguir allí cuando todo se había desplomado tan fácilmente.
Después de lo que tanto le había costado ser sincera y a él abrirse, ahora todo se arruinaba de esa manera y no quedaba nada, solo ruinas. Ella se sentía como si fuera parte de los escombros. Se sentó al borde de la cama y se tapó la cara, comenzando a llorar sin parar.
Saber que su vida no era lo que ella creía y que ahora había descubierto algo más lo cambiaba todo. Necesitaba ayuda, necesitaba apoyarse en alguien, pero no había nadie.
Esa noche había llorado sin parar, pero incluso si llorara durante días, no sería suficiente para sacar toda esa rabia y la tristeza que tenía dentro de ella. Sin lugar a dudas, era una situación que la superaba y que no sabía manejar. Eran tantas emociones a flor de piel, tanto por aceptar y procesar, que simplemente se dio cuenta de que se había