TANYA RHODES
—Viggo, la herida se inflamó —dijo la doctora Steward con una frialdad que no había usado antes, mientras que Viggo sostenía mi mano, haciendo pequeños círculos con su pulgar sobre el dorso. No había querido que me quedara esperando afuera, tal vez porque no quería a Mike cerca mientras él no veía—. Debes de entender que por dentro los tejidos también se inflaman. Vas a echar a perder una cirugía impecable, y… ¿por qué?
—Intentaré cuidarme mejor —sentenció Viggo antes de levantarse de la silla e ir por su ropa que colgaba del perchero—, pero lo que hicimos anoche no es negociable.
Me guiñó un ojo antes de meterse al vestidor para quitarse la bata hospitalaria, mientras que yo no podía evitar sonrojarme por sus palabras. Cuando me levanté del asiento para acercarme a su puerta, la mano de Steward me detuvo. Me encontré con sus ojos entornados antes de que con un solo movimiento levantara la manga larga de mi suéter.
—Es sospechoso que después de venir con esos vestidos q