NOAH THORNE
—Ya no quiero… —susurró esa pequeña ardilla desde los vestidores, haciéndome despegar mi atención del teléfono. La llamada con mi padre me había dejado un mal sabor de boca. Cuando volteé, estaba cubriéndose con las cortinas del vestidor, dejando solo su rostro haciendo puchero. Odiaba admitirlo, pero se veía adorable—. ¿En verdad necesito tantos vestidos? ¡Es un congreso, no una pasarela! ¿Para qué tanto?
Tal vez tenía razón, pero por extraño que pareciera, no podía parar de comprarle cosas, mientras que con Odette o Maxine no me hacía cargo de sus necesidades y no era capaz de comprarles siquiera un chocolate, con Vanessa quería comprarle la tienda entera.
—Es un vestido por cada día. Un vestido por cada cena que tengamos. Un vestido cuando salgamos a los clubes con mis colegas y…
—¡Un vestido hasta para ir al baño! ¡Ya entendí! —exclamó furiosa, saliendo del probador con el ceño fruncido y la boca torcida. ¿En verdad me estaba haciendo una rabieta? En vez de causarme mo