VANESSA GARDNER
—Qué suerte tienes. El lugar es hermoso —soltó Richie mientras lo acompañaba hacia la puerta principal—. Disfruta vivir en una casa como esta. Come golosinas costosas y brinca en sus camas de pluma de ganso.
No pude evitar soltar una carcajada.
—¿Qué quieres? ¿Qué baile en calzoncillos y solo con una camisa blanca, usando lentes negros y cualquier cosa como micrófono al ritmo de Old time Rock & Roll? —pregunté divertida mientras le daba un golpe en el brazo.
—¡Podría ser! Lo que sea necesario para que Tanya comience a sonreír —soltó con media sonrisa y lo entendí. Asentí mientras atravesaba la puerta—. Cuídate.
Sacudió mi cabello y se acercó a su auto destartalado, uno que representaba a la perfección su alma. Tal vez no era un auto del año, tal vez parecía que se caería a pedazos en cuanto encendiera el motor, pero nunca te dejaba tirado en la carretera. Richie era así. No era el chico más popular, tampoco el más adinerado, pero tenía un corazón de oro y jamás te d