TANYA RHODES
—Fuera —dijo Noah con firmeza, sin siquiera voltear a ver a Vanessa.
—¿Cómo dices? —preguntó ella indignada—. Es el baño de mujeres, el que tiene que irse eres tú.
Por fin la mirada de Noah se posó en ella, con el ceño fruncido y los ojos ardiendo de impaciencia.
—¿Qué? ¿Por qué me ves así? —Vanessa lo enfrentó con los brazos cruzados y la frente en alto, digna—. ¿Crees que te tengo miedo? ¿Crees que soy una tonta como las otras que se derriten solo con escuchar tu voz?
—Dado que mis encantos no te convencen, entonces permíteme ser más asert