NOAH THORNE
Abrí los ojos en cuanto los primeros rayos del sol entraron por la ventana y ahí estaba ella, acurrucada a mi lado, con el cabello revuelto sobre la almohada, echa un ovillo, con la sábana cubriéndola apenas lo suficiente. Dormía profundamente, con la apariencia de un bello ángel que terminó en mi cama.
La observé por largos minutos, admirando su belleza, recorriendo la piel desnuda de sus brazos, con una sonrisa llena de satisfacción. Ahora era mía y solo mía. Me pertenecía. No había manera de cambiar eso.
Salí de la cama y alcancé mi teléfono. Me aparté hacia la sala que estaba a un par de metros y esperé paciente con el teléfono pegado al oído. En cuanto la llamada entró, supe que estaba a punto de condenarme. Me convertiría en el demonio que ese ángel sobre mi colchón necesitaba.
—Odette Parker, Maxine Wilson, Estefany Wright —dije sus nombres con lentitud, uno por uno, antes de colgar. Sabía lo que eso significaba. Había soltado a los perros para encontrarlas.
Me