129. HACER UN PLAN
[FRANCESCO]
El teléfono vibra sobre la mesa del comedor como si alguien quisiera arrancarme el pecho. Miro la pantalla: número privado, línea del equipo. Un golpe seco en el estómago me anuncia lo que viene antes de que atienda.
—Mozzi —la voz de siempre, controlada hasta la frialdad—. Si no quieres que rescindamos tu contrato, vas colaborar. De forma total. Nadie más implicado. Lo entiendes.
Es William Soyer. No hay saludo, no hay disculpa, solo una amenaza que huele a ultimátum.
Corto. La sala vuelve a llenarse del silencio del sur. El viento golpea la ventana; afuera, Ushuaia sigue indiferente. Dentro, mi mundo vuelve a tambalear.
Lo primero que pienso es en Sofía. En Tiziano. En la cama donde ellos duermen en la casa de madera que, por primera vez, siento mía de verdad. ¿Renunciar así, a lo que hemos arrancado con sangre y noches? ¿Volver a dejar que la mentira mande?
Me levanto con pasos que no parecen míos y voy a la ventana. El canal refleja una luz fría. Respiro hondo. No voy