126. AMOR Y PAZ
[SOFÍA]
La casa duerme. Solo se escucha el viento del sur chocando contra las ventanas y el murmullo constante del canal allá afuera, como un suspiro interminable.
Tiziano ya está dormido en su cuna, con las manos abiertas sobre la manta y esa expresión tranquila que siempre me hace sonreír. Me quedo un momento mirándolo. Sus respiraciones suaves, el leve movimiento de su pecho…Y pienso que, por primera vez en mucho tiempo, no tengo miedo.
Cuando salgo de la habitación, encuentro a Francesco en la sala. Está frente al ventanal, con una taza de té en la mano, mirando hacia la oscuridad salpicada de luces lejanas. Lleva una camiseta gris y un pantalón liviano. El reflejo del fuego de la chimenea le ilumina la cara, y por un segundo, se me olvida respirar.
—¿No puedes dormir? —pregunto, rompiendo el silencio.
Él se gira y sonríe, esa sonrisa suave que solo me muestra cuando estamos solos.
—No quiero dormir —dice—. No quiero perderme ni un segundo de esto.
Camino hacia él y me siento en e