Los días pasan y mi cuerpo me pide calma… igual que mi mente. Los últimos meses me exigieron en cada área de mi vida profesional, empujándome a abarcar más de lo que creía posible, solo para llegar a este punto. Y sí, ha valido cada desvelo, cada sacrificio.

Pero ahora… ahora es tiempo de disfrutar momentos hermosos junto a Nikolaus y nuestro pequeño.

Estoy en mi centro de operaciones, revisando documentos y maquetas. El arquitecto acaba de modificar los planos para la nueva construcción, adaptándolos a mis exigencias… y también a las opiniones de Terrence y Adric, piezas fundamentales de este proyecto que tanto significa para mí.

El teléfono no ha parado de sonar en toda la mañana: llamadas de Otto, de Emma, números desconocidos, mensajes de Nikolaus. Pero cuando estoy en la oficina, el mundo puede esperar a excepción del alemán y mi hijo.

Salgo de la oficina y marco el número de Otto.

—Sí, Opa… Nikolaus y el bebé están preparando las maletas para que podamos viajar a la hora que acor