Nikolaus Hoffman
Ver a Eva cuidar de Niklaus me llena de una mezcla de orgullo y deseo. La veo tan fuerte, tan segura… y a la vez tan frágil. Es la mujer que conocí, rota y llena de sentimientos, sueños y deseos que merece cumplir. Y, sin embargo, cada vez que la observo, siento que quiero protegerla de todo, incluso de sí misma.
Tomo su mano con suavidad, apretándola con cuidado, y le susurro que me dé al niño para que duerma un poco más. Mi necesidad de cuidarla crece con cada día, y un miedo sordo me atraviesa: ¿Y si algún día se da cuenta de lo intenso que soy y decide alejarse?
La idea de perderla me aterra.
—¿Estás bien? —pregunta con su voz temblorosa, esos ojos que me atraparon desde el primer instante mirándome con una mezcla de ternura y desconfianza.
—¿Tú lo estás? —respondo, con un hilo de voz que intenta mostrarse firme, pero mi pecho late con fuerza.
—Has estado muy silencioso desde que te conté lo de Paxton —susurra, y siento cómo su preocupación por mí se mezcla con su