Sin arrepentimientos...
Mateo se contuvo, en ese preciso instante. ¿Qué estaba sucediéndole?
—Disculpa. —apenas murmuró.
—No te preocupes, fui yo quien tropezó. —dijo ella apartándose de él.
Caminaron hasta el coche, él le abrió la puerta y la ayudó a subir al auto. Luego condujo hasta el cine en silencio. Llegaron justo cuando la película estaba por comenzar y tomaron los últimos asientos del fondo. El ambiente oscuro le daba esa un ligero toque de intimidad y complicidad. En pocos minutos, volvieron a ser ellos mismos, entre palomitas compartidas y risas ahogadas, la conexión creció con rapidez.
En la pantalla, una escena romántica arrancó un suspiro a Tatiana.
—Eso sólo ocurre en películas —dijo en voz baja, con un dejo de melancolía.
Mateo la miró de reojo, con media sonrisa.
—¿No crees en el amor a primera vista? —cuestionó él.
Ella negó con la cabeza y sonrió, divertida y escéptica a la vez. Fue entonces cuando él giró hacia ella y, con gesto delicado, le tomó la barbilla para que lo mirara. S