Tatiana bajó del taxi con el corazón acelerado. Después de estar durante mucho tiempo sola, finalmente se permitía la oportunidad de volver a salir con alguien.
Al entrar al restaurante, Mateo se quedó sin palabras al verla. Tatiana lucía deslumbrante. Llevaba un vestido blanco ajustado que realzaba sus curvas, con un escote en forma de corazón que dejaba sus hombros descubiertos y resaltaba la suavidad de su piel morena. Su cabello rizado caía libremente, enmarcando un rostro iluminado por un maquillaje en tonos bronce que hacían resaltar sus ojos color miel. La falda tipo lápiz, que le llegaba por debajo de la rodilla, le daba un aire elegante y discreto. Completando su outfit con unos tacones altos y una cartera tipo sobre color nude.
Mateo se levantó de inmediato, algo torpe por la impresión, para recibirla.
—Bienvenida, Tatiana —dijo, apartando la silla con gesto caballeroso.
—Gracias —respondió ella, con una leve sonrisa nerviosa; su labio inferior temblaba ligeramente.
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