Punto de Vista Maximiliano
—Maximiliano, mi amor, estás pálido ¿Pasó algo? —Madison me miró angustiada
—No sé preciosa, estoy llamando a Mía, pero no me contesta, siento algo muy extraño en mi interior, es que no lo sé.
Madison me tomó de la mano y me apretó con fuerza.
—Cálmate mi amor, es normal que te sientas así, eres su padre, y supongo que así se siente ese instinto de protección, ¿Por qué no llamas a Sullivan? Él se quedó a cargo ¿No es así?
—Tienes razón Madison .
Tomé mi telefono de nuevo, y con las manos temblorosas, llamé a mi hombre de confianza, al segundo timbre, él me contestó.
—Señor, menos mal llamo, estaba a punto de marcarle. —la voz de Sullivan sonaba un poco angustiada.
—¿Qué pasó Sullivan?
—Vine a la casa de la señorita Mía, y ni ella ni Martha están aquí, no hay nadie señor.
Las palabras de Sullivan se clavaron en mi pecho como un cuchillo ¿en dónde estaba mi hija? Sentí como un escalofrío recorrió mi cuerpo y todo se desvaneció bajo mis pies.
—¿Por qué putas