Punto de vista Maximiliano
Parpadeé lento al sentir que una pequeña pero muy áspera lengua estaba invadiendo mi nariz, «Pero ¿Qué coños?» pensé.
Mientras mi cerebro conecto con mis sentidos, recordé que mi mansión había sido invadida por dos seres demasiado especiales, uno de ellos, era Leoncito, el bendito gato que Madison adoptó para vivir con nosotros.
Quise apartarlo de un solo golpe por la molesta rinitis que me causaba, pero por fortuna recordé, que tengo demasiada fuerza y un solo empujón al animal, hubiera sido fatal para él.
Así que con delicadeza lo tomé de su pequeño cuerpecito y lo puse a un lado, me giré para ver al otro ser especial y sí que era especial, Madison yacía dormida boquiabierta sobre la almohada, jamás vi dormir a alguien con tanta profundidad y tranquilidad.
Me recosté sobre mi codo y me quede viéndola, una preciosa vista que no iba a perderme porque un pequeño intruso de 4 patas me lo impedía, así que lo baje de la cama y me quede adorando la presencia d