Perverso
Laurent
Unos meses antes del suceso que cambió toda mi vida…
Entraba a la cafetería de la universidad con Ángel y Robert, mis compañeros de tesis, para surtirnos de una comida caliente y económica. Nos sentamos, como siempre, en la mesa que daba frente al mesón de atención y esperamos a Marine para que nos atendiera.
—Hola ¿En que les puedo ayudar chicos?—Nos habló una voz desconocida, por lo que alcé la vista y quede embobado por la visión que percibí. Una pelinegra, de ojos azules y curvas de infarto nos saludaba y yo, me había quedado mudo…
—Tu teléfono y con eso me quedo satisfecho — dijo el imbécil de Robert y Ángel reía como baboso.
—Además de eso, que de seguro no tendrás, ¿qué quieren de comer?— «a ti» fueron mis pensamientos, mientras mi verga crecía bajo mis pantalones, así que carraspee y hablé por esos idiotas.
—Café y el especial del día para los tres, por favor.
—Okey, se los traigo de inmediato.
La chica, cual modelo de pasarela se dio la media vuelta y ahora si que mi amiguito se terminó de levantar, su cintura estrecha y sus caderas, terminaban en un culo que ya quería dominar ¡dios! esa mujer estaba de infarto.
—¿La habían visto antes? — preguntó Ángel y ambos con Robert negamos — es que es justo lo que me recetó el médico.
—Ni se te ocurra, Ángel. Ese bombón me lo comeré yo, ya hice mi primer avance..— le replicó Robert y yo me quedé callado, no era de estar ventilando mis gustos con mis amigos, es más, salvo por Anna, con la que teníamos una de esas relaciones extrañas, donde follábamos y nada más. Para todos los demás , era un chico común y corriente que se dedicaba a estudiar. En definitiva, no se me conocía novia alguna, pues era muy discretos con mis preferencias.
—Ya paren, la chica está buena, pero es un poco simplona.— respondí y no sabía por qué mis amigos habían puesto cara de circunstancia hasta que sentí la presencia de la chica en cuestión que habló detrás de mí.
—Sus pedidos — dijo secamente, aunque mantuvo la sonrisa angelical en su rostro. «M****a» la había cagado de manera monumental, pues su mirada de me importa una m****a lo que digas de mí, me lo dejó muy claro —, tengan buen provecho, jóvenes.
Mis amigos asintieron y yo me hundí en mi silla, para cuando ella salió de nuestra visual, los dos imbéciles de mis amigos se carcajeaban por mi estupidez y yo no sé porqué me sentí como una m****a, así que me dediqué a comer en silencio.
Los tres terminamos de comer y como siempre pagué yo. Apareció Marine en vez de la chica de cabello de cuervo y ojos de cielo y me miró con el ceño fruncido, pagué y decidí irme lo antes posible para no seguir siendo el hazmerreir de todos.
Me subí a mi auto y me fui directamente a mi departamento, ya llevaba dos años viviendo solo fuera de casa, pues la casa familiar se encontraba lejos de la universidad, así que mi abuelo para mi cumpleaños me había comprado este duplex en la zona de Bridgeport para descansar. Al bajar de mi auto, tomé mi chaqueta y mis llaves, bajé de él y me encontré frente a frente con una rubia despampanante que ya conocía…
—Hola guapo, te estabas tardando. Pensé que no llegarías.
—Hola preciosa.— saludé a Anna y la tomé de la cintura para besarla y comérmela con la boca. Nos separamos, pues el aire se empezó a agotar en mis pulmones y ella mordisqueó mi labio inferior.
—¡Qué bienvenida! Me gusta, quiero más ¿vienes?
—Pues que no se diga que te dejo con las ganas. Vamos.
Tomé su mano y entramos a mi edificio, mientras llegábamos a mi departamento la seguí comiendo a besos, aprovechando la manoseaba por todas partes, como pude abrí la puerta de mi departamento y estando dentro no me preocupé por nada más que desnudarla para entrar en ella, me urgía desfogar las ganas que la cuervito logró provocar en mí. La lancé al sofá, con la camisa abierta y los pantalones a medio sacar y me aproximé hacia ella, quería penetrarla de una sola estocadaa, pero tampoco era tan bestia, la haría disfrutar un poco, pero solo un poco. Rompí su brasier y mamé sus pechos como bebé hambriento, Ella comenzó a gemir y apretar más mi cabeza a su cuerpo, que a penas me dejaba respirar.
—Oh, Lau. Sigue así, me voy a correr…
—¡Tu no te corres hasta que te lo diga!— la solté y la dejé ahí con las ganas de correrse. Me levanté del sofá tenía que hacer algo antes y ella tendría que aguantarse si quería lograr su satisfacción.
—Oh Laurent, por favor déjame terminar…— chilla Anna y yo me muevo por la sala, y no la tomo en cuenta, estoy buscando mis juguetes. Me dirijo a mi habitación y saco de mi cajón lo que necesito.
—¡Cállate y soporta Anna, no te vas a correr hasta que yo lo ordene!— grito desde mi habitación y saco de mi armario lo último que me faltaba —. Perfecto.
Vuelvo con mi fusta, las esposas y un paquete de condones y ella se retuerce al verlas, sabe lo que le haré y está expectante, a ambos nos gusta esto y lo disfrutamos muchísimo desde que nos conocemos, fue mi primera sumisa y hasta hoy la única que aguanta mis ataques. ¿Quién diría que esa carita de ángel sería un demonio en la cama?
—¡Voltéate!
Anna, como una perrita faldera se gira y se coloca en cuatro, dejándome su delicioso culo expuesto. Tomo las esposas y las coloco en sus muñecas, en posición de oración. Comienzo acariciar sus nalgas con delicadeza hasta que al tenerla lista, le doy el primer golpe con mi fusta.
—¡Ah!
—Silencio, calladita me gustas más.
Vuelvo a propinarle otro golpe seco que deja su nalga roja y con una linea delgada que la marca. Ahora, aguanta el gemido mordiendo el cojín que hay en el costado del sofá. Vuelvo a amasar su culo con una mano y dejo la fusta para empezar a pajearme sobre ella, estoy excitado y necesito penetrarla, tomo el condón de la caja y me lo enfundo, comienzo a jugar con su entrada, sé que está deseosa, sus jugos la delatan, pero la obligo a aguantar que se corra, no tendrá nada hasta que yo me sacie de ella. Cuando su cuerpo está listo para recibirme tomo ambos costados de sus caderas y me adentro de una sola estocada en ella, su cuerpo se retuerce, mientras mi verga se encuentra completamente dentro de su vagina y no me importa lo que sienta, ella voluntariamente me ha entregado su cuerpo. Muevo mis caderas, chocando con el trasero de Anna, pero la visión de ese cuervo que me paró la verga con solo verla llega a mi mente. Tomo el cabello de la rubia y aprieto fuertemente, levantando su espalda hasta que queda arqueada delante de mí. Muerdo su cuello pensando en ese cuervo deseando que fuera ella e imaginando todas las perversiones que me gustaría hacerle, me sujeto de sus hombros y comienzo a cabalgarla sin parar, entro y salgo como un poseso, muerdo su cuello, espalda y hombros, no me preocupo si le quedan marcas o no, ella verá como las cubre. Me salgo y la doy vuelta, abro sus piernas y coloco una en mi hombro para volver a entrar en ella, bombeo dentro y afuera de una manera bestial y aunque ella desea quejarse no emite ningún ruido, aunque su cara dice otra cosa. Sigo mi faena de auto complacerme con su cuerpo llegando a un orgasmo estrepitoso, me salgo del cuerpo de Anna y saco el condón que estaba utilizando. Esta chilla de la impotencia porque no la he dejado acabar, así que para darle lo que tanto desea tomo mi fusta y comienzo a golpear su trasero provocándole más gritos desesperados, meto mis dedos en su vagina y comienzo a bombear mientras la sigo dando fustazos.
—Córrete — le ordeno y Anna grita como posesa llegando a su liberación apretando mis dedos en su vagina, suelto la fusta y me levanto, como si nada. Suelto sus manos y me dirijo a ella —. Ahora, vístete y vete.
—Amo…
—No me hagas repetirlo, Anna. Ya obtuviste lo que querías y yo también. Ahora vete a casa antes que tu papi se de cuenta que no has llegado y tengas problemas.
Anna, toma su ropa y va al baño a vestirse, escucho la ducha sonar y estoy a punto de cambiar de opinión, es que la cuervito me dejó con las ganas a mil, ya mi amigo está devuelta, con solo haber pensado en ella, pero me abstengo de usar a Anna, ese cuerpo no me satisfizo como quería y sería ilógico darle otra vuelta.
—Tengo que averiguar quién eres cuervito, no me puedes dejar con mi amigo así.