Olej Romanov
—Estoy tan cansada el día de hoy, amor...
—Ven, vayamos a descansar mi precioso ángel.
La tarde había pasado demasiado rápido, los niños y sus travesuras habían llenado el lugar de risas y alegría, esas que ahora tenían a mi amada esposa muy cansada por tratar de seguirles la corriente...
La llevé a nuestra habitación y arropé como a una bebita. Tenía que ir al Dreame a ver algunas cosas de los cargamentos de piedras preciosas que llegarían, así que la dejaría dormir y volvería lo más pronto posible, pero ella sujetó mi mano y no me dejó...
—No te vayas... Quédate un ratito más conmigo.
—Está bien, mi ángel, lo que usted diga será un placer para mí cumplirlo.— Me miró de forma sugerente y alzó sus cejas, palmeó al costado que yo ocupaba en la cama y cual lacayo me acurruqué en su regazo, la suave caricia que hacía en mí cabeza me llevó a un sueño tranquilo y profundo...
—Sabes algo Olej...
—Mmm...
—Estos años juntos han sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Fuiste el