No es necesario que alguien le explique a Marina quién es ese hombre. Su parecido con Rodrigo es innegable, pero hay algo en su postura que la hace sentirse incómoda. El modo en que Xavier Ferraz la observa es extraño y aterrador.
— Buenos días, señor — lo saluda con una sonrisa educada, intentando no demostrar su nerviosismo.
Xavier la observa por un momento, sin responder de inmediato; sus ojos aún la analizan.
— Buenos días — finalmente responde, manteniendo un tono firme, pero haciendo una breve pausa para estudiar con cuidado las facciones de Marina. Los ojos azules de la joven, tan intensos, parecen atrapar su atención, y por un instante piensa que ahora entiende por qué su hijo ha estado actuando de manera tan diferente últimamente.
Marina, aún sentada en su silla, se pregunta el motivo de aquella visita inesperada.
— Usted es Marina, ¿verdad? — pregunta, aunque ya sabe la respuesta.
— Sí, soy yo. ¿En qué puedo ayudarlo? — cuestiona, intentando mantener la compostura, aunque si