«Era lo que me faltaba», piensa Marina, encogiéndose en la silla, deseando que ese hombre no la notara allí.— Está bien, firmaré, pero necesito revisar primero — responde Rodrigo, tomando el papel de las manos del hombre.— ¡Por Dios, Rodrigo! ¿Todavía no has conseguido una asistente que haga eso por ti? — cuestiona el hombre, impaciente.— Tienes razón — responde Rodrigo con una sonrisa. — Ya la tengo. De hecho, estoy hablando con ella justo ahora — dice, señalando a Marina en la silla.«Ay, Dios mío, estoy perdida», piensa Marina, sintiendo cómo los ojos oscuros del hombre queman a su piel.— Esta es Marina Ferreira, mi nueva asistente. Acaba de llegar.Al ver a la joven de cabello rubio y ojos azules encogida en la silla, Víctor sonríe con ironía.— Vaya, el mundo sí que es pequeño — se burla, al notar la evidente incomodidad de Marina con su presencia.— Marina, este es Víctor Ferraz, mi hermano y socio — anuncia Rodrigo.«¿Socio?», piensa Marina, indignada por la revelación. No
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