El tiempo fue pasando sin prisa. Las semanas se transformaron en meses, y antes de darse cuenta, ya había transcurrido un año entero.
Todos parecían haber retomado su rutina normal. Amelie y Arthur habían terminado la secundaria y estaban a punto de ingresar a la universidad. Arthur había optado por Harvard, mientras que Amelie eligió la Universidad de Yale. Su decisión fue motivada por el enfoque flexible de Yale en sus programas de grado, que permitían a los estudiantes explorar una amplia gama de disciplinas antes de comprometerse con un área específica de estudio. Amelie lo hizo porque, en el fondo, aún se sentía confundida sobre el camino que debía seguir.
Víctor y Marina también retomaron sus rutinas en la oficina, aunque sentían el corazón oprimido ante la inminente partida de sus hijos al extranjero, sabiendo que solo los verían nuevamente durante las vacaciones.
Sumergido entre papeles y planillas, Víctor intentaba mantener la mente ocupada. Sin embargo, el insistente timbre