La expresión de celos en el rostro de Sávio es clara e intensa. Se acerca rápidamente a Marina y la sujeta del brazo, obligándola a desistir de entrar en el coche. Víctor, que ya había dado la vuelta y estaba con la puerta abierta para subir al vehículo, se detiene por un momento, observando la escena desde lejos, curioso por ver cómo Marina manejará la situación.
— Deja eso, Sávio, no digas lo que no sabes — pide Marina, intentando mantener la calma, pero visiblemente desconcertada.
— ¿Por qué ese hombre está siempre aquí? Nunca vi un jefe tan «dedicado» como el tuyo. ¿Será que soy yo el que está exagerando o hay algo raro en todo esto? — cuestiona, aún sujetando con firmeza el brazo de ella.
— Sí, estás exagerando — responde Marina, soltando el brazo y acomodando su postura. — Pasaron algunas cosas y el señor Ferraz vino a hablar con mi padre, nada más. Estoy aprovechando la vuelta para ir al trabajo.
— ¡No vas con él! — declara Sávio, en un tono áspero, lanzando una mirada desafian