Después de una larga conversación con su esposa, Víctor finalmente logra calmarse, aunque la preocupación persiste en algún rincón de su mente. Respira hondo, decidido a disfrutar el momento y dejar las preocupaciones de lado, al menos por esa noche. Después de todo, era una fecha especial: el cumpleaños de sus hijos.
Con dedicación y cariño, había reservado una mesa en uno de los restaurantes más prestigiosos de la ciudad para celebrar la ocasión en familia. Para hacer el momento aún más especial, contarían con la presencia de los abuelos de los gemelos, Daniela y José, además de los tíos Valentina y Rodrigo, quienes habían traído a sus hijos, Jasmin, Théo y André.
El ambiente de celebración le hizo pensar en convertir esa noche en un recuerdo inolvidable para todos, especialmente para sus hijos.
Aunque todo transcurría perfectamente, Víctor no podía evitar lanzar miradas furtivas a su hija de vez en cuando. Cada detalle parecía reforzar algo que él se negaba a aceptar: su pequeña es