Veinticuatro horas después, Xavier está a pocos minutos de aterrizar en Singapur, el lugar que eligió meticulosamente para comenzar su nueva vida.
—Finalmente… —murmura, ajustándose el reloj en la muñeca.
Durante esas horas en el aire, revisó sus planes, comprobó la actividad de sus nuevas cuentas en el extranjero y repasó los pasos que lo llevarían a una vida de anonimato y lujo. Todo parecía exactamente como lo había planeado.
«Singapur es perfecto», piensa. «Nadie me encontrará aquí, y con el dinero que logré transferir, viviré muy bien.»
Tras el aterrizaje, mientras la tripulación se mueve para desembarcar, Xavier siente el móvil vibrar en el bolsillo. El mensaje llega de un número desconocido. Vacila un momento antes de abrirlo.
«Sr. Ferraz, bienvenido a Singapur. Estamos monitoreando el desembarque. Atentamente, Policía Internacional.»
Su corazón se dispara. La sensación de control absoluto que tenía hace unos minutos se reemplaza por una ola de pánico. Al mirar alrededor, perci