En cuanto José extiende la mano de su hija hacia Víctor, los dedos de él se encuentran en un toque suave con los de Marina. El calor de aquel contacto parece trascender el momento, creando una conexión aún más profunda entre los dos. Es como si, en ese simple gesto, todas las promesas no dichas y los sueños compartidos fueran reafirmados en silencio.
—Estás perfecta… más que perfecta —susurra Victor, tan bajo que solo ella puede oírlo.
Marina sonríe, con los ojos humedecidos, y responde en el mismo tono:
—Y tú estás más guapo de lo que jamás imaginé.
El celebrante da inicio a la ceremonia con palabras llenas de emoción y significado, pero Marina, aunque absorta en el momento, no puede evitar que sus ojos se deslicen hacia Joana. Sentada en el lugar reservado para la madre del novio, Joana mantiene una expresión que cualquiera podría interpretar como profundamente emocionada. Marina, sin embargo, sabe la verdad detrás de aquella fachada.
La imagen de aquella señora, con los ojos ligera