Después de que Andressa la tranquilizara, Marina decidió aceptar la ayuda de su amiga, ya que no tenía muchas opciones en ese momento.
Al regresar a casa, encuentra la mitad de su ropa ya doblada sobre la cama, demostrando cuánto está comprometida su madre en ayudarla.
— ¿Lo conseguiste? — pregunta Daniela, mientras coloca los artículos de higiene personal de su hija en un pequeño neceser.
— Sí, Andressa me prestó su maleta — responde, colocando la maleta sobre la cama.
Daniela observa el objeto con cierta curiosidad, frunciendo el ceño.
— Parece cara —comentó, tras unos segundos de evaluación.
— No solo lo parece, lo es — admite Marina. — Solo la acepté porque no tengo otra opción, pero confieso que estoy un poco preocupada.
— Entonces llévala con cuidado, sin perderla de vista ni un segundo. Y cuando regreses, compra una para ti. Ese tipo de situaciones pueden volverse comunes si empiezas a viajar por trabajo.
— Es exactamente lo que haré.
— ¿Ya sabes dónde te vas a quedar? — pregun