Víctor vuelve a entrar en la habitación con una expresión aún más seria que antes. Sus pasos son firmes pero silenciosos, mientras sus ojos vuelven a posarse sobre Andressa. Por más que conociera su historial y sus malas decisiones, no puede evitar una punzada de pesar al verla en un estado tan decadente.
El rostro de Andressa, hinchado y marcado, es apenas una sombra de lo que él conocía. Su apariencia ahora es aterradora, una representación vívida de lo que Xavier era capaz de hacer cuando su furia se desataba. Víctor mantiene su mirada fría mientras analiza la situación.
Para él, estaba claro que, con los exámenes de lesiones y el testimonio de Andressa, las acusaciones contra su padre serían irrefutables. Xavier siempre había tenido talento para manipular situaciones y escapar de las consecuencias de sus actos, pero esta vez Víctor sabía que no saldría ileso.
Además, estaba seguro de que Xavier no había ido muy lejos. Sabía que su padre era astuto, pero también sabía que esta vez