— ¡Mari!
La voz de Andressa interrumpe los pensamientos de Marina, que está a punto de entrar en casa. Ella se gira y ve a su amiga saliendo del portón de la casa vecina. Andressa estaba impecablemente vestida, como si fuera a salir a una cita.
— Buenas noches, Andressa. ¡Vaya! Estás guapísima. ¿Vas a algún lugar especial? — pregunta Marina, admirando el look de su amiga.
— Iba a ir, pero al final cancelé — confiesa Andressa, con un toque de decepción.
— ¿En serio? Pero ya estás completamente arreglada —observó Marina, notando el esmero en la producción de la amiga.
— Sí, pero este clima me deja indispuesta, y empecé a tener dolor de cabeza.
— Qué desperdicio, apuesto a que pasaste horas frente al espejo maquillándote.
— Eso es verdad, pero no me importa, voy a tomarme unas fotos para subir a las redes sociales — responde Andressa, ya más cerca.
Lanza una mirada curiosa hacia la casa de Marina.
— ¿Tenías visitas?
— Sí. Víctor Ferraz, para ser más exacta — revela Marina, notando la sor