Cuando el tráfico finalmente vuelve a moverse, Marina lo agradece mentalmente. Todo lo que desea es librarse de Víctor y llegar a casa.
Cuando el auto de él se detiene frente a la panadería, ella se gira y le agradece, forzando una sonrisa.
— Gracias por el aventón — dice ella mientras abre la puerta del auto.
Al bajar, se encuentra con la mirada curiosa de su padre, que la observa salir del coche con una expresión interrogativa.
— Estaba preocupado por ti — dice José, con una voz cargada de leve extrañeza.
— El tráfico estaba en un caos — responde Marina, intentando parecer tranquila.
La lluvia fuerte ya se había ido, dando lugar a una llovizna.
Al notar la mirada desconfiada del hombre, Víctor decide bajar del auto para saludarlo. Rodea el vehículo, sube la acera hasta José y le extiende la mano con una sonrisa cálida.
— Buenas noches, señor — dice Víctor, con una voz educada y firme.
Al darse cuenta de que es Víctor Ferraz, el semblante de José se suaviza. No había reconocido de in