Después de salir de la casa de Marina, Víctor conduce hacia la mansión de sus padres, pero su mente está lejos, absorta en pensamientos sobre Marina y su comportamiento durante el trayecto. Es evidente que ella se pone nerviosa cuando él se acerca, y eso, de alguna manera, lo divierte. Percibe que, detrás de esa fachada de mujer decidida y fuerte, Marina reacciona como cualquier otra ante su cercanía. Al fin y al cabo, ¿quién resistiría a su encanto? Por más arrogante que parezca, Víctor está acostumbrado a conquistar a todas las mujeres que desea y nunca ha recibido un «no» en su vida.
Al llegar a la mansión, se encuentra con Joana, su madre, parada en la puerta de entrada, esperándolo con una expresión de curiosidad e impaciencia.
— ¿Dónde estabas? ¿Por qué tardaste tanto? Te llamé varias veces y tu celular estaba apagado — su voz sale más alterada de lo que él esperaba.
Víctor suspira, intentando contener la irritación que siente. No soporta ser presionado, y menos por su madre, a