Naomi. El tiempo pasaba volando, Rowan ya había aprendido a decir varias palabras y a caminar... ¿Por qué tuvo que ser un lobito con una velocidad de crecimiento triplicada? Su poder estaba controlado, a veces solía mover sus propios juguetes y me enseñaba. —Ven cariño, busquemos a tu padre —le dije. Él estaba concentrado con su figura de acción. Me lanzó una mirada tierna, rogándome que le diera un poco más de tiempo. —¿Un ratito? —pidió, haciéndome ojitos. Negué con la cabeza, divertida. —Rowan, pronto tu padre se irá por unos días y debemos aprovechar el tiempo que tenemos con él... —murmuré, cabizbaja. Silas decidió que lo mejor sería que yo me quedara con el niño en la mansión para no exponernos al peligro, ya que Gauss nos quería a los dos. —Bueno —Rodó los ojos, con fastidio. Se levantó y tomó mi mano. Ya me llegaba por las rodillas, por lo menos me entendía y no se negaba a mis peticiones. Caminamos escaleras abajo y cuando llegamos a la sala, no vi a Silas por nin
Naomi. Me encontraba con Malena en la habitación de mi hijo, ella no dejaba de llorar al saber que Axel tendría que pelear contra los malos. —¿Y-y si le pasa algo? ¿Qué haré sin él? —balbuceó, entre mis brazos. Estábamos sentadas en la orilla de la cama, y yo procuraba calmar su llanto. Rowan jugaba con sus juguetes en medio de la habitación, sentado en la alfombra y sin prestarnos atención. —Él volverá, Malena. ¿Crees que se iría al saber que tiene una hermosa novia? —La animé, con una sonrisa. —Tú siempre sabes qué decir para animarme, Naomi… —murmuró, apretó nuestro abrazo—. Sabes, a veces yo también quisiera saber qué es lo que tu madre piensa de mí ahora que he cambiado. Hundí las cejas. —No te lo he dicho, pero mamá fue la que le pidió a la diosa que te diera un vínculo para que estuvieras cerca de mí —confesé, ya era hora de que lo supiera. Malena abrió los ojos, y a pesar de que estaban llenos de lágrimas, se le amplió una sonrisa que mostró sus dientes. —¿Lo dices
Silas. Los más fuertes de la manada iban en la delantera conmigo, íbamos corriendo en nuestra forma de lobos hacia la mansión de Gauss.Todavía podía oler a Silvana, la mantenían con vida. No tardamos en llegar y lo primero que hice fue detenerme detrás de varios arbustos para inspeccionar la zona. Estaba relativamente tranquilo el lugar. Volví a mí forma humana y no me importaba estar desnudo, eso se volvió normal para todos en nuestra especie. —¿Ninguna novedad? —La voz de Axel me hizo voltear. —¡¿Qué demonios haces aquí?! —grité en voz baja—. ¡Vete a la retaguardia, Axel! —Quiero ayudarlo. Desde que Malena quedó embarazada, mi poder aumentó —Llevó una mano a su pecho desnudo—. No sé si se trata de mi bebé, pero me siento capaz de enfrentar al enemigo en primera línea. Rodé los ojos. —Naomi no me perdonará si mueres en el proceso —mascullé, rascándome el cuello. —Prometo que no moriré —Puso su puño en frente de mí, con una amplia sonrisa. Tuve que chocarlo. —Bien. Un dis
Naomi. Me puse delante de mi hijo para cuidarlo, no iba a permitir que le tocaran un solo pelo. Antes de que Malena se fuera, yo agarré mi arma y la escondí en el bolsillo trasero de mi pantalón. —Quítate —ordenó el hombre, furioso. Sus cejas estaban inclinadas y un solo empujón con su gruesa mano bastó para tirarme al suelo. Sentí que mi cuerpo se estremeció por dentro al chocar con la cuna de mi hijo. —¡Mami! —Rowan corrió hacia mí, pero fue demasiado tarde. El beta sacó una especie de pistola extraña que disparó una red. Rowan se tropezó en el camino y fue atrapado como un animal. Mis labios temblaron al ver que esa red empezó a brillar con fuerza y provocó que mi bebé se debilitara, pude sentirlo en mi interior. —M-mami… —balbuceó, sin fuerzas. —¡¿Qué le has hecho?! —exclamé, llena de horror en mi expresión. Me levanté con dificultad para tratar de liberarlo, pero al tocar la red, una corriente eléctrica recorrió todo mi cuerpo y me obligó a retroceder de nuevo. Creí qu
Silas. —¡Pagarás por todo lo que le ha hecho tu familia a la mía! —exclamó Gauss, estábamos haciendo fuercitas con nuestras manos. Tensé la mandíbula y mi hocico se cerró por completo, creí haberme roto los alrededores por lo filosos que estaban mis colmillos. La luna llena nos daba más poder a ambos, pero Gauss no creía en la diosa, eso era un punto a mi favor. —¿Tú crees que nosotros no hemos sufrido? ¡Esta guerra interminable se acabará hoy! —dije, furioso. Mis ojos lo penetraban, su aspecto salvaje no me daba ni una pizca de temor, yo sentí que podía ganarle. Lo empujé cuando una ola eléctrica recorrió todo mi cuerpo, él chocó contra la pared. No sabía cómo estaban Silvana y Axel, mientras más rápido acabara con Gauss, mejor. —Seré un nuevo dios para todos, Silas… lo único que tengo que hacer es eliminar a tu familia —murmuró, escupió sangre por el impacto—. ¿Tu hijo es especial? —¿Qué te importa? —mascullé. Me puse en una posición defensiva otra vez, porque sabía que se
Naomi. Llegamos justo a tiempo y Rowan se hizo cargo de los que amenazaban con la vida de Silas. Él se desmayó, yo corrí para atraparlo con mis brazos, no me importaba su peso. —Está herido —dije, al ver que su espalda sangraba—. ¿Dónde están los demás? —Déjame ver —pidió Rowan. Le di un permiso. Él colocó su mano sobre la mejilla de su papá, estuvo analizando cada parte de su cuerpo como un profesional, y eso que era un niño. —Sólo le dieron algo para dormir, tal vez por eso se veía muy cansado —comentó, viéndose intelectual. —¿Y su herida? —Papá es muy fuerte. Sanará sola —sonrió. Suspiré, aliviada—¡Silas! —La voz de Silvana me hizo voltearme. Ella venía apoyada en Axel, ya que tenía un disparo en la pierna y varios rasguños en todo su cuerpo. —¿Q-qué ha pasado? —cuestionó Axel. —Lo mismo les pregunto. Están hechos un desastre los dos —dije. —¡¿Qué hacen ustedes aquí?! —exclamó la rubia, preocupada. Vino a ver el estado de su hermano, pero pronto se dio cuenta de los
Naomi. ***—¿Madre? —cuestioné, al verla sentada en el campo de rosas blancas que plantó Silas para mí. Era obvio que estaba en un sueño, pero la habitación blanca cambió. Estábamos en el patio de la mansión y ella no dejaba de sonreír. La calma que me transmitía su expresión, me apretujaba el corazón. Me acerqué a ella con cautela. —Sabía que ibas a lograrlo, hija mía. Apreté los labios. —¿N-no te volveré a ver? —Fui al grano. Si ella estaba tan tranquila, era por algo. Tal vez su tiempo conmigo se había acabado y la diosa le dio la oportunidad de despedirse al fin. —Es complicado, en primer lugar, yo no debería de estar aquí… —resopló. Di en el blanco. Se dio la vuelta y colocó una rosa en mi oreja, su tacto fue cálido y sutil. El nudo en mi estómago se intensificó. —Cuéntame, madre… —La diosa Luna me necesitaba, y yo respondí a su llamado —comentó—. Pero ahora necesito descansar, ¿comprendes? Asentí, mi visión se tornó borrosa por las lágrimas que amenazaban con salir
Naomi. —¿A dónde me llevas? —me reí. Silas cubría mis ojos y caminábamos por una zona desconocida. Era nuestra luna de miel, habíamos viajado lejos de nuestro hogar para disfrutar de un momento para los dos. Silvana se quedó a cargo de Rowan, ya que ella trataba de quedar embarazada y no lo lograba. —Ya llegamos —dijo, quitándome las manos. Abrí los ojos cuando vi una enorme cabaña frente a mí, rodeada de miles de árboles y un señor en la entrada con traje de mayordomo. —¿Y esto? —pregunté. —Ah, es una cabaña privada. Las parejas suelen venir aquí cuando quieren pasar un rato agradable —comentó—. La vi por Internet. Me jaló la mano para guiarme hacia el interior. El hombre nos saludó con un asentimiento de cabeza y lo dejamos atrás. El interior era rústico, pero agradable. La calidez que me transmitían los troncos de las paredes era genuina, me hacían sentir dentro de un árbol. —Vaya… —Hay aguas termales —se mordió el labio, quitándose la camisa. —¡¿Por qué te desnudas?!