Un día después del juicio final
La casa se sintió equivocada en el momento en que Vivian cruzó la puerta.
No vacía—equivocada.
Ese tipo de equivocación que se aferra a las paredes, se filtra en la alfombra y se presiona contra las costillas como un peso que no la deja respirar. Ese tipo de equivocación que solo existe en un lugar que alguna vez albergó a una familia… y ahora no alberga nada.
Hogar, pensó.
Pero la palabra se quebró en su mente, frágil e inútil.
Ya no era un hogar sin la risa silenciosa de Harvey flotando desde la cocina. No era un hogar sin los pasos ligeros de Ivy por el pasillo, su voz llenando las habitaciones como luz. Ahora no había luz. Solo sombras y el eco de todo lo que ella había roto con sus propias manos.
El silencio rugía a su alrededor.
Bebió para apagarlo.
Vaso tras vaso de vino—algo ácido, barato, indigno de la vida que una vez tuvo—le quemó la garganta. No ayudó. Siguió bebiendo de todos modos. Quería entumecerse, un lugar donde sus pensamientos no pud