Lis agradeció a Samuel con una mirada cargada de gratitud, consciente de lo difícil que había sido para él pasar todos esos meses en silencio, sin poder compartir nada con sus seres queridos. Sabía cuánto lo buscaban en el hospital, ansiosos por noticias, y él solo podía responder que ella estaba bien y en tratamiento, sin dar más explicaciones.
—Gracias, Samuel. Sé lo difícil que fue para ti no poder hablar con nadie, ni siquiera con tu propia familia… —dijo Lis con suavidad, con la voz quebrada por la emoción—. No sé cómo lograste soportarlo tanto tiempo.
Samuel apenas sonrió discretamente, comprendiendo el dolor de ella, pero sin dejarse afectar por su propia tristeza.
—Hice lo que tenía que hacer… —respondió, tratando de mantener la calma—. Ahora, lo único que importa es que tú estés bien.
Hizo un gesto para que ella se preparara, sabiendo que sería difícil para Lis dar ese paso.
—Voy a pedir un taxi para ti, Lis. Si quieres, puedo acompañarte hasta allí, pero entiendo si prefiere