Para acabar con el dolor que hace sangrar su corazón, toma una sábana y la amarra al final de la reja. Sube a la reja, quedando de espaldas a ella, mientras anuda la sábana alrededor de su cuello. Las lágrimas corren por su rostro, mientras su dolor atraviesa su alma. Acacia sabe que no podría vivir el resto de su vida con la idea de que Jack es feliz con otra mujer, así que necesita encontrar una manera de no sentir ese dolor inmenso. Tras respirar profundamente, con la sábana atada al cuello, se suelta de la reja, quedando colgada únicamente por la sábana. Acacia comienza a debatirse mientras la sábana aprieta cada vez más su cuello, haciendo que empiece a quedarse sin aire. Se agita violentamente contra la reja y, cuando los policías se dan cuenta de lo que está pasando, ya es demasiado tarde. Corren hacia la celda, pero, cuando están llegando, escuchan un chasquido. Los hombres corren a buscar la llave y abrir la celda. Al entrar, van hacia Acacia, y mientras uno la sostiene, otro