Antón mira a Pedro, sin creer lo que está diciendo. Nunca imaginó que su novio pudiera sentir tanto odio hacia él como para decirle esas palabras en la cara. Eso lo hace sentir muy mal.
—¿Cómo puedes decirme eso? Me conoces muy bien, Pedro. Sabes que no le haría daño ni a una mosca, y ahora quieres pintarme como un monstruo. Veo que realmente no me amabas, porque quien ama confía. Y, por lo que veo, tú no confías en mí. Estás a punto de abandonarme por tus estúpidas convicciones. Si es así, entonces realmente deberíamos separarnos, y cumpliré mi condena en paz. Sé que me equivoqué en lo que hice, y pagaré por mis errores. Pero no necesito que vengas a señalarme con el dedo, haciéndome parecer una persona horrible. —Antón mira al investigador—. Vamos, doctor, no tengo nada más que hacer aquí.
El investigador lleva a Antón a la celda donde quedará detenido y luego se dirige al comisario para discutir el plan de acción de ambos para encontrar a Samuel. Ahora, con la información sobre Aca