Jack sabía de la fidelidad de su esposa y tenía absoluta certeza de que ella nunca lo traicionaría con otro hombre. Estaba convencido de que Samuel y Acacia eran personas enfermas, que estaban creando una fantasía de relación con ellos, algo que no existía. Jack era la prueba viva de eso.
—No te preocupes, querida. Sé muy bien que no serías capaz de hacer nada malo. Además, incluso si hubieras hecho algo, no sería tu culpa. Pensabas que yo estaba muerto y tenías todo el derecho de rehacer tu vida. Y de ninguna manera te lo exigiría. No tendrías culpa de nada, querida. No te preocupes, no necesitas darme explicaciones. Samuel era el enfermo, estaba completamente fuera de sí, solo puede ser eso. Ahora ya no tenemos de qué preocuparnos. Su amenaza ya no está presente en nuestras vidas y podrás tener un poco de paz, finalmente. Después de todo este tiempo, Acacia está presa y, según el investigador, enfrentará cadena perpetua. Así que ahora no tendremos más de qué preocuparnos.
—Lo sé, Ja