Tres años después…
Las noticias volvieron a arder como pólvora. En las pantallas de televisión, los titulares centelleaban con urgencia, y los portales digitales colapsaban con miles de comentarios.
“La heredera olvidada regresa a casa.”
“¿Habrá olvidado lo que sucedió en el pasado.?”
“Mariam Smith vuelve y lo hace con estilo.”
La empresa de la familia Smith, aquella que una vez había gozado de renombre y estabilidad, no era más que un cascarón vacío. Nadie había querido arriesgar su dinero en un legado manchado por escándalos y ruina. Terminó vendida a una cifra tan miserable que ni siquiera cubría las deudas más urgentes.
Pero esa no era la noticia que sacudía a la ciudad.
Las puertas automáticas del aeropuerto internacional se abrieron de par en par, y el frío viento del invierno se mezcló con el zumbido de las cámaras y los murmullos incontrolables de la prensa. El reloj marcaba las 8:00 a.m. cuando ella apareció.
Mariam Smith.
Tres años de silencio. Tres años de desaparición. Tre